La acción tutorial universitaria, comprendida como una forma de atención personalizada al estudiante con el objetivo de guiar el aprendizaje hacia la formación de profesionales, representa un recurso valioso en el ámbito educativo que ha sido poco reconocido. A través de su labor formativa, orientadora, académica y profesional, la tutoría posibilita a los alumnos transitar por su vida académica en un ambiente de enriquecimiento y fortalecimiento de actitudes, conocimientos y habilidades que les permitan enfrentar los retos de la vida moderna.
La tarea del tutor universitario no es cosa sencilla, pues uno de los principales desafíos a los que se enfrenta, es la definición de las acciones y las pautas de intervención en casos que requieren atención específica durante la trayectoria formativa del estudiantado. Algunas situaciones que actualmente enfrentan las universidades y que, a lo largo de cada curso escolar, requieren de la atención del tutor pueden ser el aumento del fracaso escolar, el abandono universitario masivo, el ausentismo, los problemas familiares, el contexto del estudiantado, así como la inseguridad, la violencia y la delincuencia que rodean a la comunidad; todas estas condiciones afectan directa o indirectamente el aprovechamiento escolar de los alumnos y pueden rebasar las acciones establecidas por una institución educativa.
Por este motivo existe la imperante necesidad de buscar propuestas de solución a los problemas académicos derivados de las causas antes mencionadas que dan como resultado altos índices de reprobación y bajo porcentaje de eficiencia terminal por año. Es así que la función tutorial puede ser parte de la solución para mitigar el impacto de estas situaciones que atentan contra la eficiencia de una Institución de Educación Superior (IES).
Apreciaremos algunos casos en los que se presentan situaciones donde la participación de los tutores en coordinación con directivos y personal docente pueden resolver algunas problemáticas, asumiendo que la función tutorial no tiene el poder de resolver todos los casos ni puede actuar en todos los ámbitos, dado que ésta función dependerá de las necesidades y normativa de cada IES.
Por ejemplo, dentro del aula, el tutor brindará acompañamiento académico a fin de que el estudiante consiga los objetivos o metas propuestos desde el inicio de ciclo escolar y se asegure de llevarlo a buen puerto; sin embargo, habrá situaciones en las que la labor del tutor requiere del apoyo o de la intervención de padres de familia, directivos, instituciones o especialistas para resolverlos, tales son los casos como la ansiedad o la depresión que se están presentando en un gran número de estudiantes universitarios, y que son condiciones que impiden que tengan una asistencia regular a clases o que entreguen puntualmente sus trabajos escolares, lo cual, se ve reflejado en sus calificaciones y el aprovechamiento escolar.
En estos casos, este tipo de condiciones emocionales o mentales suelen ser parte del proceso de transición en la vida académica de los estudiantes y puede llegar a ser un proceso desafiante pero considerado por la propia universidad y por el tutor para atenderlo, por lo que la acción tutorial sí cuenta con procesos de atención académica para resolverlos; es decir, en el sentido de generar ambientes de aprendizaje integradores entre compañeros y con otros profesores; de tipo afectivo que le permita brindar confianza y autonomía al estudiantado y de forma social en el que a través de la orientación que un docente realice con un grupo de estudiantes encomendado a él “conoce, y tiene en cuenta, el medio escolar, familiar y ambiental, en que viven, y procura potenciar su desarrollo integral, siendo el objetivo de la acción tutorial entonces optimizar el rendimiento de la enseñanza” (Quiroz, 2023, 30), por lo que de esta forma toma en cuenta el medio en el que se desenvuelve para que se tenga una consciencia de sí mismos en relación a la sociedad que le rodea.
Sin embargo, en otros casos donde estas condiciones suelen afectar considerablemente la vida académica del estudiante, se requiere del apoyo de especialistas de la salud mental. Aquí, el psicólogo puede trabajar colaborativamente con el tutor para brindar un apoyo integral de los estudiantes (Quiroz, 2023, 30), de esta forma, el tutor acompaña su labor con la intervención de otras instituciones o especialistas.
No obstante, existen instituciones en las cuales ni siquiera está definida esta función dentro del esquema organizacional o su marco de actuación es difuso, por lo cual es importante definir en qué consistirá el apoyo del tutor al estudiantado, que, en términos educativos, puede ser visto como parte de un proceso de abatimiento del rezago escolar, o como una alternativa para mejorar o fortalecer el desempeño académico, el acompañamiento socio-afectivo para favorecer las trayectorias de formación, atención y orientación académica dirigido al desarrollo de habilidades investigativas o como guía para la organización de actividades y procesos tanto administrativos como curriculares y extracurriculares que debe llevar a cabo el estudiantado a fin de que afiance su formación profesional.
El primer acercamiento a la función del tutor universitario comprende llevar a cabo “un conjunto de actividades que propician situaciones de aprendizaje y apoyan el buen desarrollo del proceso académico, con el fin de que los estudiantes orientados y motivados desarrollen automáticamente su propio proceso” (Romo, 2011); lo cual, busca un enriquecimiento humano. Sin embargo, dado que existe una gran diversidad de intereses, necesidades académicas y características de cada estudiante, la función tutorial se vuelve compleja. Ante tal escenario, universidades públicas y privadas se apoyan de las propuestas y directrices de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior de la República Mexicana A.C. (ANUIES)1, pues el acto de la tutoría tiene que desarrollarse en un marco institucional y de manera sistemática (2011).
Ante la complejidad referida, es importante exponer que la función del tutor puede dividirse según las necesidades y áreas de atención que requiera cada universidad, por ejemplo, algunas de las orientaciones de la tutoría propuestas por Cruz y Abreu (2008, 110) muestran la forma en cómo la acción tutorial puede abarcar distintas áreas bajo acciones muy específicas, y pueden dividirse en al menos cuatro niveles:
La tutoría de asignatura, la cual adiciona las horas de aula, con horas de consultoría en el cubículo para apoyar el aprendizaje de la disciplina; en este caso, los tutores tienden a privilegiar la consultoría de problemas de comprensión en el campo o bien discuten las razones de la inasistencia o fallas de los alumnos (Lobato, Arvizu y Del Castillo, 2004).
La tutoría enfocada a la orientación pedagógica, la cual pretende apoyar el desarrollo de estrategias de aprendizaje y favorece que el alumno domine su propio proceso para obtener conocimiento (Gairín, Feixas, Guillamón y Quinquer, 2004).
La tutoría de acompañamiento, dirigida a apoyar al alumno durante todo su itinerario escolar, el cual suele presentar una pluralidad de opciones académicas y profesionales, que generan disyuntivas en las que el educando requiere del apoyo de un profesor para orientarlo en sus decisiones, en este rubro se incluyen también los aspectos motivacionales y de apoyo personal (ANUIES, 2000).
La tutoría dirigida a la formación para la sociedad del conocimiento, orientada a formar individuos auto-regulados, capaces de actuar en situaciones auténticas, vinculados a la innovación y el desarrollo del saber en la era de la supercomplejidad.
Una vez que se reconocen estos cuatro niveles de la tutoría universitaria, es importante que las IES identifiquen las principales necesidades que requiere su población estudiantil a través de un proceso de diagnóstico permanente, para así implementar un plan de acción tutorial en el que se definan objetivos, metas, estrategias y evaluación de procesos y resultados del apoyo tutorial.
Otro reto que enfrenta la labor del tutor, es que, generalmente, la atención al estudiante se da dentro del campus, sin embargo, puede llevarse a cabo no solamente dentro del centro educativo en un ambiente cerrado, sino también en espacios abiertos que impliquen experiencias enriquecedoras como las que ofrecen exposiciones, ferias de libro, congresos, talleres, voluntariado, entre otros.
Adicionalmente, es fundamental el compromiso del tutor hacia el estudiante con el objetivo de investigar y vincular su labor hacia otros espacios en los que se logre “integrar a los alumnos con las comunidades de profesionales de alto nivel orientadas a la innovación” (Cruz y Abreu, 2008, 112) . Este proceso puede generar incomodidad o incertidumbre en el tutor, ya que requiere dedicar tiempo y esfuerzo a conseguir dichos espacios y se deja la responsabilidad a la IES para que la organización de los eventos o salidas académicas sean propuestas por la dirección y no como parte de la labor tutorial.
Así mismo, es necesario superar la visión de la tutoría “como una relación bipersonal, para abrir espacios de multitutorías realizadas por comunidades de práctica que permitan construir redes profesionales” (Cruz y Abreu, 2008, 112), es decir, no siempre la acción del tutor debe permanecer entre tutor y estudiante, ya que debe existir una estrecha relación de acciones entre tutores, docentes, especialistas, padres de familia e institución para trabajar colaborativamente en beneficio del estudiantado.
Por esta razón, aunque la labor del tutor no ha sido totalmente definida, se espera que su intervención logre superar las dificultades que enfrentan las IES. Para ello, González y Solano (2015) proponen cuatro funciones principales que pueden llevar a cabo tanto tutores principiantes como experimentados, pues estas acciones contribuyen a definir su papel y posteriormente a realizar las adecuaciones necesarias en cada unidad académica.
Las cuatro funciones del tutor | |
Formar | Crear las condiciones propicias dentro del contexto educativo para favorecer una maduración en la adquisición de conocimientos, aptitudes, actitudes y destrezas de cada uno de los alumnos del grupo-clase; promover su desarrollo integral como personas, acompañándolos en las diversas situaciones académicas y personales con que se van a enfrentar durante ese curso escolar; intervenir en las situaciones críticas que el grupo o cada uno de ellos atraviese. |
Informar | A las familias, alumnos y profesores, sobre todas aquellas actuaciones que les afecten acerca del proceso educativo, informar a los alumnos de todas las propuestas educativas que le ofrece el centro y el sistema educativo en general; poner en conocimiento de los profesores el proceso educativo general de cada alumno y del grupo con objeto de propiciar una acción educativa coherente, ajustada a necesidades y eficaz. |
Prevenir | Adelantarte a las situaciones de riesgo o a la posible aparición de problemas personales, sociales y de aprendizaje. Como tutores contamos con una información de primera mano sobre los alumnos. Conocemos su trayectoria, el contexto en el que se desenvuelven, sus posibilidades y limitaciones. Esta información nos permitirá intervenir tan pronto como sospechamos que van a presentarse dificultades. Dicha tarea exige una gran sensibilidad por nuestra parte y un alto nivel de coordinación y comunicación con el equipo docente. |
Ayudar a decidir | Apoyándonos en el conocimiento que tendremos de cada alumno. Ayudándoles a elegir de una forma positiva y objetiva entre todas las opciones posibles. La labor educativa se dirige al logro de la autonomía y toma de decisiones responsable de los alumnos. En estas edades ellos y ellas pugnan por diferenciarse ante la presión del grupo de iguales y el familiar. Como tutores debemos tener en cuenta tanto el conocimiento de cada uno como las opciones educativas que se les presentan en el nivel que cursan. En definitiva, acompañarlos en esa trascendental tarea de encontrar su lugar en el mundo. En este empeño contamos con la proximidad y el apoyo especializado de los profesionales de la orientación. |
Fuente: González y Solano (2015, 16). |
NOTAS
Claudia Alicia Ruiz Vega es doctora en Educación, integrante del colegio de doctorado y docente de nivel superior y posgrado en el IESPE.
1 ANUIES. Asociación no gubernamental, de carácter plural, que congrega a las principales instituciones de educación superior del país, tanto públicas como particulares, que promueve el mejoramiento integral en los campos de la docencia, la investigación y la extensión de la cultura y los servicios, participando con las autoridades educativas la formulación de planes y programas nacionales de educación superior, e impulsa la creación de organismos especializados para el mejoramiento de la calidad educativa.
REFERENCIAS
Cruz, Gabriela de la, y Luis Felipe Abreu (2008). Tutoría en la Educación Superior: Transitando desde las aulas hacia la sociedad del conocimiento. Revista de la Educación Superior; XXXVII (3)(147), 107-124. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=60418920008
González, Antonio y José María Solano (2015). La función de Tutoría. Carta de navegación para tutores. Narceas Ediciones.
Quiroz, Fragoso Jennifer (2023). La necesidad de un programa de acompañamiento tutorial que promueva la salud mental. Revista arbitrada del centro de investigación y estudios gerenciales. https://revista.grupocieg.org/wp-content/uploads/2023/12/Ed.6526-39-Quiroz.pdf
Romo, Alejandra (2011). La tutoría: una estrategia innovadora en el marco de los programas de atención a estudiantes. Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, Dirección de Medios Editoriales (ANUIES). http://publicaciones.anuies.mx/pdfs/libros/Libro225.pdf